Cuando la erección no se mantiene — y no es psicológico
La disfunción eréctil (DE) afecta a millones de hombres en todo el mundo, y con frecuencia se atribuye a factores psicológicos como el estrés o la ansiedad. Sin embargo, en muchos casos la causa es orgánica, y una de las más desconocidas es la fuga venosa, o “venous leak”. Imagina un globo que se infla pero se desinfla enseguida a causa de una pequeña perforación: eso es exactamente lo que ocurre durante una erección que no se mantiene. En 2025, con los avances en diagnóstico y tratamiento, es posible detectar y corregir este problema para recuperar una vida sexual plena. Este artículo explora en detalle este mecanismo, su diagnóstico mediante Doppler dinámico y las opciones terapéuticas disponibles.
Comprender la fuga venosa en la disfunción eréctil
Muchos hombres con disfunción eréctil piensan de inmediato en causas psicológicas o en una simple falta de deseo. Sin embargo, existen mecanismos físicos precisos que pueden explicar por qué la erección no se mantiene, incluso cuando el deseo sí está presente.
La fuga venosa, o insuficiencia veno-oclusiva, se produce cuando las venas del pene no se cierran correctamente durante la erección, dejando escapar la sangre que debería permanecer retenida en los cuerpos cavernosos. Esto impide mantener la rigidez suficiente para una relación sexual satisfactoria. Contrariamente a lo que se piensa, no siempre está relacionada con la edad o con factores vasculares generales; puede afectar a hombres jóvenes, a menudo sin comorbilidades evidentes. Las causas incluyen traumatismos pélvicos, anomalías congénitas o disfunciones endoteliales. Esta condición representa hasta un 30-40 % de los casos de DE resistentes a los tratamientos habituales como los inhibidores de la PDE5.
Diagnóstico moderno: Doppler dinámico en la práctica
El diagnóstico de la fuga venosa se basa principalmente en el eco-Doppler peneano con estimulación farmacológica (ED-SPE), un método no invasivo que evalúa el flujo sanguíneo tras la inyección de un agente vasoactivo como la prostaglandina E1. Esta prueba mide los flujos arteriales y venosos en distintos intervalos (3, 5, 10 y 20 minutos) para detectar anomalías. Los criterios clave incluyen:
- Peak systolic velocity (PSV): normalmente > 30 cm/s, lo que indica un buen aporte arterial.
- End diastolic velocity (EDV): < 5 cm/s para una adecuada oclusión venosa; > 5 cm/s sugiere una fuga venosa.
El ED-SPE ofrece una sensibilidad del 97,6 % y una especificidad del 77,7 % para detectar la fuga cavernovenosa, superando a métodos aislados como la medición del EDV por sí sola. En caso de sospecha, un caverno-TAC puede confirmar el mapa exacto de las fugas. Este diagnóstico precoz es crucial para orientar hacia tratamientos adecuados y evitar terapias ineficaces.
¿Qué hacer si se confirma una fuga venosa?
Una vez diagnosticada, la atención de la fuga venosa sigue un enfoque gradual, empezando por opciones conservadoras antes de considerar intervenciones más invasivas. Los tratamientos buscan mejorar la oclusión venosa o compensar la pérdida de rigidez.
Medicamentos: Los inhibidores de la PDE5 (como el sildenafilo) se prueban normalmente en primer lugar, pero resultan ineficaces en el 50-70 % de los casos de fuga venosa confirmada. Terapias como las ondas de choque (ESWT) o el P-SHOT (inyecciones de plasma rico en plaquetas) ofrecen un éxito limitado (en torno al 20-30 %).- Cirugía venosa: La ligadura venosa (mediante incisión) o la ablación esclerosante bloquean las venas con fugas. Eficacia inicial del 70-80 %, pero con una tasa de recurrencia elevada (30-40 % en un año). Riesgos: acortamiento peneano, curvatura, pérdida de sensibilidad.
- Técnicas endovasculares: La embolización venosa, realizada mediante cateterismo, utiliza agentes para obstruir las venas. Éxito inicial del 80-90 %, que desciende al 50 % tras un año. Menos invasiva, con complicaciones poco frecuentes como infecciones o embolias pulmonares.
Para los casos refractarios, el implante peneano (prótesis inflable) sigue siendo la opción más eficaz, con una tasa de satisfacción >90 %, aunque irreversible y costosa.
Caso clínico ilustrado
El Sr. García, 42 años, sin factores de riesgo cardiovascular, consulta por una DE progresiva desde hace 2 años: erecciones iniciales correctas pero que no se mantienen. Los inhibidores de la PDE5 resultan ineficaces. Un ED-SPE revela una EDV > 7 cm/s bilateral, confirmando una fuga venosa. Un caverno-TAC precisa los puntos de fuga. Tratamiento: embolización endovascular, con mejoría a los 3 meses (rigidez mantenida). Al año, ligera recurrencia tratada con ESWT complementario. Este caso ilustra la importancia de un diagnóstico preciso para un tratamiento dirigido, evitando frustraciones innecesarias.
Conclusión: Hacia un diagnóstico más preciso de la disfunción eréctil
En 2025, la fuga venosa ya no es un diagnóstico por exclusión, sino una causa identificable gracias al Doppler dinámico y a las técnicas de imagen avanzadas. Una detección precoz permite orientar hacia tratamientos adecuados, desde medicamentos hasta intervenciones endovasculares o quirúrgicas, mejorando de manera significativa la calidad de vida. Consulta con un urólogo especializado para una evaluación personalizada: no dejes que una “fuga” invisible arruine tu bienestar.